¿Qué sientes? ¿Qué anhelas? ¿Qué deseas? Sientes esa soledad opresiva que te rodea, que llena cada pequeño rincón de ese músculo que late, pidiendo un poco de esperanza. Anhelas aquello que eres incapaz de conservar, el amor, el afecto de aquellas personas importantes en tu vida. Deseas algo tan simple pero tan complicado a la vez: la felicidad.
Muchos pasan años luchando por alcanzarla, desesperados. Otros simplemente la buscan cuando el vacio es una gran precipicio inminente. También están los que la consiguen y la pierden, incapaces de conservarla.
Solo quedan los que ven ese efímero sentimiento eufórico desde el otro lado; el lado del dolor.
Que concepto tan claro, tan puro, el de la felicidad...Pero a la vez tan poderoso, capaz de destruir pequeños deseos con tortuosa lentitud y efectividad.
El Dolor es algo que todos hemos experimentado alguna vez. Esa opresión en el pecho que es tu fiel acompañante, hasta que la felicidad es capaz de suplantarla.
Pero cuando dicha felicidad, es incapaz de apartar al dolor, ¿qué queda?
Que triste realidad es aquella en la que cuando tu mirada viaja al pasado, solo encuentra los ojos del dolor devolviendo esa mirada.
Aprender la lección del dolor es el primer paso.
Aceptar y convivir con el, es el último.
Cuando ese último paso llegue a tu vida, llegaras a comprender el porque los corazones dejan de latir, cuando la ilusión desaparece.